Una nueva muestra de magia presenciamos el pasado 28 de mayo, cuando el Barcelona se alzó con una nueva Champions League. Todo indicaba un espectáculo inolvidable, aunque los fieles hinchas culés estaban seguros del dominio que pronto iban a presenciar.
El Manu, dominó los primeros diez minutos del partido, mas no llevaba peligro al arco de Valdés. Eso permitió que el Barça lo estudiara. Una vez más, los certeros pases rasantes de Xavi Hernández propiciaron el primer gol. Fue Pedro Rodríguez quien anotó con un disparo a la izquierda de Van der Sar, después de tan sublime pase, dejando al arquero de los diablos rojos estupefacto. A veinte minutos del gol catalán, Wayne Rooney, en pared con el soldado Ryan, asestó un potente disparo con un efecto sinuoso que batió a Valdés. Fue para la ilusión inglesa.
Ya al segundo tiempo, la magia inexplicable de Lio Messi permitió nuevamente que el Barça se pusiera en ventaja. Ese gol lapidó a los rojos. Todo fue nuevamente una sinfonía imparable, tal vez el mismo monólogo que Pep prepara y que funciona, ¿será vidente?
Ya en el último cuarto de hora David Villa regaló al mundo un fantástico gol al ángulo superior derecho del arco, que ni el flaco Van der Sar, con su metro noventa y siete pudo tocar. Fue así que el club culé se coronó nuevamente en suelo inglés, más exactos Wembley. Después de casi veinte años después de un agónico gol de Koeman que permitió alzarse con la gloria europea.
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